Mi blog.

Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).

domingo, 31 de julio de 2011

Lost & Found

Estaba pensando en estos dos verbos: encontrar y perder. Todos queremos perder cosas y encontrar otras. El 90% de la población se pasa la vida queriendo perder kilos. ¡Pobres! Deben ser tan sumamente ordenados que, ni queriendo, pueden perder las cosas. Luego están los que pierden un boli el día antes del examen. O incluso los apuntes. Y los que se "encuentran" apuntes ajenos. Claro que, éstos últimos, creo que más que encontrar, se agencian apuntes extraños. Y luego, bueno, nos pasamos media vida ansiando encontrar una persona. ¡Pero si hay miles a tu alrededor!-dirás. Sí, lo sé. Hay miles, pero no todas valen. De ahí la dificultad de encontrar una persona.
Pero las personas, igual que se encuentran se pueden perder. Es horrible, pero sucede. Un día, sin previo aviso, pierdes a tu abuelo. O a tu tía. Distingamos aquí entre perder para siempre, y perder con opción a recuperar. El primer tipo de pérdida al principio parece increíble. No te haces a la idea. Pero, con mucho llanto y mucho kleenex usado, se acaba uno haciendo a la idea. Ya sea gracias a la compañía de tu almohada o de un hombro con mucha paciencia. Para la segunda pérdida no hay nada escrito. ¿Un enfado? ¿Una pelea? ¿Sentimientos contrapuestos? Sí, hay muchas maneras de perder una persona. Pero todas duelen por igual. De una forma u otra, perder una persona supone extirpar parte de tu día a día y, aunque sólo sea por el cambio en la rutina, el agujero en la rutina, ya se nos hará raro.
Luego están esos juguetes de cuando eras pequeño, que pierdes un día y te alegra tanto encontrar pasados los años. Ese disco que te saca una sonrisa. Esas gafas con un cristal roto. Recuerdos al fin y al cabo que te gusta ver aflorar.
Temes perderlos, los recuerdos. Temes no haber guardado un diario con cada cosa y llegar a viejo para descubrir que ya no puedes revivir grandes lapsos de tu vida. O quizás temas encontrarte cara a cara con esa situación olvidada, ese dolor desvanecido con el paso del tiempo o ese llanto ahogado por la vejez. Encontrarte con los momentos más dolorosos y ser incapaz de mirar hacia otro lado y seguir adelante.
Buscamos perder la vergüenza, la vanidad y muchas otras palabras con v. O tal vez esas pérdidas vengan solas y nunca hayamos buscado convertirnos en unos desvergonzados. Unos buscan reencontrarse con sus padres biológicos, a los que nunca vieron y otro buscan perder de vista unos padres que no estuvieron a la altura. Perder o encontrar. Buscas perder un imperdible, porque siempre te gustaron los retos. Buscas encontrar una aguja en un pajar. O te gustan más las cosas fáciles y sólo buscas perder una aguja o encontrar un imperdible.
Pierdes batallas, internas o frente a toda la sociedad, quizás porque perdiste los motivos por los que luchar o porque encontraste otros nuevos y los antiguos perdieron el sentido. Encuentras maneras de seguir adelante. Encuentras personas por las que seguir adelante. Y pierdes miedos a medida que pasan los años. O los ganas, según seas o no hipocondríaco. Pierdes las buenas costumbres, encuentras lugares hermosos y pierdes la noción del tiempo al visitarlos.
Pasamos toda nuestra vida visitando la oficina de Lost & Found, encontrando y perdiendo cosas, personas, lugares, recuerdos, situaciones, sentimientos e ideas. Porque, al final, es lo que le da la sal a la vida: los cambios, las pérdidas, los encuentros y los reencuentros. Ya sean para bien o para mal.

lunes, 18 de julio de 2011

Por esto mismo.

Yo no valdría para ser cómico. Ya de pequeñita me planteé qué estudiar o en qué trabajar para poder vivir del cuento. Lo primero que se me vino a la cabeza fue hacerme político. Pero me informé mejor; y ya sabía inglés y tenía EGB, así que me sobraban estudios y no me lo iban a dar. Y bueno también había otros ligeros problemillas: el tema de la corrupción, lo de tener que pisar a todos para subir, eso de devolver favores, aprender a mentir sin remordimiento alguno... En resumidas cuentas: mucho "contra" y muy poco "pro". Que sí, que ya sé que esto es muy típico, lo de meterme con los políticos, pero algo habrán hecho ¿no? Porque yo nunca me he metido con los recolectores de fresas o los inventores de cortacésped. Así que seguí pensando; yo era una chica muy testaruda y no estaba dispuesta a no encontrar trabajo.
Se me ocurrió hacerme probadora de colchones. Piénsalo: duermes en varias camas y te pagan por hacerlo. ¿No es el trabajo perfecto? Y hasta te sobra tiempo para pasarte Prince of Persia o hacer de tu ciudad una Metrópolis 2 en Sim City. Pero claro, yo tardaba mucho en dormirme. Así que lo de no tener narcolepsia me hizo tener que rechazar este trabajo también.
Pensé en ser probadora de video juegos, Juegas un ratillo cada día y luego te pagan por pasarte los juegos. Peeeeero, al parecer acabas ciego como una tapia. Y algo violento. Mi pequeño cuerpo no lo soportaría. Además supuse que le cogerías asco a los juegos por jugar obligado, por lo que acabé descartando también esta opción.
Entonces se me ocurrió hacerme cazadora de nubes. Vale, no se me ocurrió. Lo vi en un libro y me pareció un trabajo genial. Pero resulta que los cazadores de nubes está infravalorados. Con la invención del cazamariposas electrónico ya nadie los contrata. Y no voy a estudiar algo tan complicado para acabar en paro. Además las nubes se han hecho más listas, han evolucionado y ahora se deshacen cuando las vas a cazar, complicando mucho más tu labor. Y, aunque logres cazar alguna, desde que se descubrió la condensación, pocos compran nubes salvajes. Es comprensible ¿no? Pudiendo tenerlas homemade, ¿para qué comprar una que, tal vez, al crecer acaba teniendo muy mal genio y les llena la casa de tormentas?
Así que seguí pensando. Y pensando. Y pensando... ¿Pastelera? Conociéndome, seguro que acababa como un tonelillo de 1"65, y para eso siempre hay tiempo. Así que deduje que podría hacerme cómico. De esos que se suben al escenario, dicen "hola"y ya todo el público se está riendo de lo divertidos que son. Piénsalo, es un buen trabajo. Te creas una fama, caes bien y con decir un par de chorradas ya todos se ríen. Sólo piensas\se te ocurren cosas que puedan hacer gracia y tienes el resto del día libre. Es una profesión "noble" y encima de todo haces reír. Pero viendo monólogos y actuaciones de cómicos me di cuenta de un pequeño detalle: todos tienen uno, dos o veinte monólogos de temática sexual. Y por eso yo no podré ser jamás cómico. Porque no soy divertida, no hago bromas de sexo ni cuento chistes verdes y no tengo nariz aguileña o de 2x2.

jueves, 14 de julio de 2011

Me irritan

Me irritan. Me irritan los cumplidos por reciprocidad, las páginas web con música de fondo que empieza a sonar sin mi permiso y las faltas de ortografía en las tartas. Me irritan las picaduras de mosquito, de avispa o de tábano; el contacto con las ortigas y las caídas sobre cemento. Me irritan las personas que se meten con otros más débiles que ellos y lo encuentran divertido; las personas que mienten gratuitamente y las que se quejan de todo. Me irritan las bebidas cuyo hielo se ha derretido, las canciones rayadas y las espinas que se meten en la boca. Me irrita encontrar un pelo en mi sopa, una falta en una carta o un error al principio del problema. Me enervan los que te sonríen a la cara y te maldicen a la espalda, los que critican todas las propuestas pero son incapaces de dar una mejor y los que no predican con el ejemplo. Me irritan los espejos que te hacen gorda, las cámaras que detallan milimétricamente tus granos y las fotos en que dices que sales mal. Me irritan las personas que creen saberlo todo y que son incapaces de asumir cuándo no saben responder una pregunta, las que van diciendo que están feas todo el rato para que les digas que no es así y las que critican algo y luego lo acaban haciendo. Me enerva decir algo, que todos pasen de mí y luego descubrir que tengo razón. Me irritan las faltas de educación, olvidar un nombre y saludar desconocidos confundiéndolos con conocidos. Me irritan las personas negativas, aquellas que ven el vaso vacío sin importar todas las cosas buenas que les ocurran; las que viven histéricas y cualquier cosa les saca de sus casillas y las que se creen superiores a otras. Me irritan las comidas repetitivas, las que sueltan grasa en el plato y las que saben mal. Me irrita encontrar frutos secos en mi brownie, pasas en mi bollito o que me toque la hoja de laurel. Me irritan los que hacen trampas jugando al póker, los que se saltaban a la torera el "pies quietos" jugando y los que siempre se querían esconder contigo y no eran capaces de buscar un escondite.
Me irritan miles de cosas. Todas esas y muchas más. Y, sin embargo, siempre logro encontrar motivos para sonreir. Las cosas irritantes no me quitan la sonrisa más de 10 segundos.

viernes, 8 de julio de 2011

Aprendes

Hasta que te das cuenta de que llorar no lleva a nada. Que sólo te impedirá ver lo que tienes delante, lo que sigue pasando. Porque por mucho que esto dañe tu ego, el mundo no para cuando lloras. El mundo sigue, sólo que tú dejas de verlo.
Lloras, y lloras. Por todo tipo de problemas, mayores o menores. Lloras hasta que aprendes que llorar de tristeza no lleva a nada.

lunes, 4 de julio de 2011

¿Puede un olor hacerte llorar?

Can a smell make you cry?
Can a sight make you smile?
Can a memory make you shiver?
Can a touch make you cry?
Can a song fill your eyes with tears?
Can a picture tear you apart?
Can a flavor blow your mind?
Can a voice make you tremble?
Tell me, can a smile make you cry?

sábado, 2 de julio de 2011

En el Congo, contigo sin ti.

Un día me dijeron que el tiempo sin ti sólo es "empo". ¡Qué chorrada! El "empo" no existe. A no ser, claro, que el empo sea tiempo sin ti. En cuyo caso retiro lo dicho y todo cobra sentido. Pero yo tengo otra opinión. Yo creo que las cosas no son tan radicales. Por ejemplo, yo me iría contigo al Congo sin ti. Que es el único lugar al que podemos ir en esas condiciones. Porque, ya lo sabes, sin ti las tiritas son muy Ritas para mí. Y Rita tiene voz chillona y aguda. Así que sin ti, además del dolor de la herida, está el inconveniente de no poder usar tiritas. Y todos esos verbos conjugados de una manera tan armoniosa: soñarte, amarte, besarte... Todos sin ti se convierten en un futuro de subjuntivo bastante improbable: soñare, amare, besare...
Y es que pensar en ti, sin ti, es pensar en  . Y eso es como no pensar. De hecho no sé si se puede pensar en ti sin ti. Es algo así como una contradicción en sí misma. Una antítesis, que se hace anesis. Que, por cierto, en inglés es una figura literaria bastante interesante. De hecho, no tiene interés alguno.
Fíjate que, afirmativa sin ti, es afirmava. ¡Con uve! Una barbaridad como la catedral de... Sevilla. Por ensalzar monumentos de por aquí.
Un motín, sin ti, sólo sería un mon. Que ni siquiera sé si es Luna en inglés mal escrita o un D. con una errata. Los partidos de fútbol son pardos, como los gatos. Lo que cometí sin ti, me lo tuve que comer yo sola. Era lo justo.
Lo que sí me gusta más sin ti son los anticuarios, que se hacen ancuarios. Vamos, acuarios dichos por un acatarrado. Mi atiples telefónicos, sin ti se hacen manzanas. Eso también es una ventaja.

Y así podría tirarme horas. Aunque supongo que no debo darle tantas vueltas. Al fin y al cabo, estar sin ti sin ti es estar sin  . O sea estar sin nada, lo que es lo mismo que estar con todo. Luego estar sin ti debería ser sasfactorio. ¿No?

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